Crisis económica-social
Al iniciarse el siglo XX el desarrollo económico del
porfirismo perdió impulso, la tasa de crecimiento de la producción industrial
disminuyó, los productos agrícolas como el maíz y el frijol aumentaron de
precio, lo que redujo el consumo interno de la mayoría de la población hasta en
un 57%. Naturalmente el mayor peso de la crisis lo resistieron los
trabajadores.
Para 1905 el gobierno realizó una reforma monetaria,
adoptando como respaldo de la moneda mexicana el patrón oro, antes había sido
la plata, fijando la paridad en dos pesos plata por dólar, lo que equivalía a
una devaluación del 50%, medida que provocó inflación, deterioro de los
salarios y aumento de la deuda externa. Situación que aprovecharon los
extranjeros para adquirir empresas y bienes raíces a muy bajos precios.
Sin embargo fue la crisis económica mundial de 1907 la que
frenó el desarrollo del país. Iniciada en Nueva York, Estados Unidos, fue la
primera crisis financiera del capitalismo moderno, las causas que la originaron
fueron la ambición de los capitalistas, la especulación con las acciones de
bancos, minas y ferrocarriles y la falta de regulación financiera, situación
que provocó la reducción de los precios internacionales de las materias primas
impactando las economías de los países menos desarrollados como México. En
nuestro país, la crisis provocó aumento de los precios de los productos
alimenticios y las materias primas, desempleo y miseria.
La situación económica afectó a las clases altas y medias
(hacendados, comerciantes, rancheros e industriales), pero principalmente a las
clases bajas, que como siempre, resistieron la crisis, agravándose los
problemas sociales y políticos. Hacia 1907 muchas minas y fábricas textiles
cerraron y despidieron a sus trabajadores. En el campo los conflictos se
generaron por el deslinde de terrenos baldíos, la colonización, la
desamortización de las tierras y el sistema de peonaje. En las zonas urbanas,
aumentó el desempleo, la prolongación forzada de la jornada de trabajo, los
despidos injustificados, la represión de los capataces. Pero a pesar de la
represión y de las prohibiciones se organizaron importantes huelgas así como
numerosos movimientos de rebeldía campesina, entre los que podemos mencionar a
los Yaquis y Mayas.
Al igual que en los países industrializados surgió en México
una lucha obrera por salarios dignos, descanso dominical, jornada de 8 horas,
reglamentación del trabajo infantil y de la mujer, pago de indemnizaciones por
accidentes laborales, entre otras demandas. Así ferrocarrileros, mineros,
tabaqueros, panaderos, transportistas y trabajadores textiles formaron los
primeros sindicatos desafiando la prohibición establecida por el gobierno.
Entre 1900 y 1905 el número de huelgas fue de 29, y de 1905 a 1910 de 106,
algunos de estos conflictos se convirtieron en verdaderas rebeliones, como la
de los mineros en Cananea, Sonora y la de los obreros textiles en Río blanco,
Veracruz.
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